Una breve biografía de Alexis Weissenberg
«Alexis Weissenberg, con su gran personalidad y su extraordinaria agudeza, es uno de los intérpretes clave del siglo XX.»
Herbert von Karajan
Alexis Weissenberg nace en Sofía, Bulgaria, el 26 de julio de 1929.
Tras recibir sus primeras enseñanzas musicales de su madre, comienza los estudios de piano y composición a los cinco años con el más relevante compositor de Bulgaria, Pantcho Vladiguerov. «Era un profesor intuitivo, flexible, y no un pedagogo rígido, que supo inculcar en sus alumnos, desde el principio, la idea de que el propio temperamento es una herramienta fundamental para la interpretación y no tan solo un mero adorno«. En casa de Vladiguerov tuvo ocasión de oír a pianistas de la talla de Dinu Lipati.
Dió su primer recital público a la edad de diez años. «Fue mi primer contacto físico con la escena. Me encantó. Toqué tres Invenciones de Bach, unas cuantas piezas del Álbum de la Juventud de Schumann, el Rondó a Capriccio de Beethoven y una Improvisación de Vladiguerov, y, como bis (¡qué orgulloso me sentía!), un Estudio en Sol Mayor compuesto por mí, que transpuse, en el último minuto, a Mi bemol Mayor, «porque sonaba mejor».
En 1943, dos años después de que Bulgaria se aliara con las Potencias del Eje, abandonó el país con su madre. A pesar de ser presos durante tres angustiosos meses en un campo de detención en la frontera con Turquía, y tras una breve estancia en Istambul, llegarán finalemente a Palestina.
Allí, en la Academia de Música de Jerusalén, fue alumno de Alfred Schröder (co-discípulo de Artur Schnabel) en la cátedra de Piano y de Joseph Grünthal (Josef Tal) en la de Armonía y Composición. Muy pronto tendrán lugar los primeros conciertos con orquesta (el 3º de Beethoven con la Orquesta de la Radio de Jerusalén). Nada más acabar la guerra, el profesor Leo Kestenberg le contrata durante tres temporadas seguidas, la última de ellas a cargo de Leonard Bernstein. Emprende entonces una gran gira por Sudáfrica, que consiste en 15 conciertos con cuatro programas de recital diferentes y cinco Conciertos para piano y orquesta.
En 1946 se traslada a Estados Unidos con dos cartas de recomendación, una para Artur Schnabel y la otra para Vladimir Horowitz. «Una en cada bolsillo y cada una releída quince veces. Ambas firmadas por Kestenberg. Las dos, por separado, me aconsejaban lo mismo. La inspiradora enseñanza y la influyente maestría musical y entusiasmo de Vladiguerov, durante los años en Sofía, me habían preparado pianísicamente en la mejor tradición pedagógica. Lo que necesitaba urgentemente era un conocimiento más amplio, mucha más información cultural, también quizá la experiencia de una academia en contraposición con la enseñanza privada, uno o dos concursos (¿por qué no?), mucha paciencia y también oír tanta música como pudiera«.
Recibión clases de Artur Schnabel y Wanda Landowska y entró más tarde en la Juilliard School of Music, donde fue recibido en la cátedra de Olga Samaroff, quien, junto con Rosina Lhévinne, tenía entre sus alumnos a los de mayor talento del momento.
También se matriculó en las clases de Composición y Análisis Musical de Vincent Persichetti, un excelente compositor, «que consideraba las ideas excéntricas y el pensamiento original imprescindibles«.
En 1947 resulta vencedor en dos de los más prestigiosos concursos: Leventritt Competition y Philadlphia Youth Competition.
Gracias a estos primeros premios, su carrera arranca entonces con fuerza, y ese mismo año hace su debut en Estados Unidos con el Concierto Nº 1 de Chopin con la Orquesta Filarmónica de Nueva York y George Szell, y con el Concierto Nº 3 de Rachamaninov con la Orquesta de Filadelfia bajo la batuta de Eugène Ormandy.
En 1956 se traslada a París y entra en una etapa de su vida en que, más alejado de los escenarios, se dedicará a trabajar tanto su técnica como su repertorio. «Cuando aún era un joven artista, aprendía nuevas obras muy rápidamente y con gran facilidad, y muchas de ellas las toqué en concierto demasiado pronto. En diez años más, habría llegado a un punto en el que todo mi repertorio habría sido tocado y vuelto a tocar demasiadas veces, sin haberlo estudiado suficientemente a fondo. No quise acabar siendo, a los cincuenta años, una eterna «promesa del piano».
A mediados de los años sesenta volvió a volcarse en su carrera, tocando en los principales auditorios de Europa, Estados Unidos, Canadá, Sudamérica, América Central y Japón, tanto en recital como con las mejores orquestas; colaborando con los más destacados directores, tales como Szell, Ormandy, Steinberg, Maazel, Giulini, Abbado, Karajan, Ozawa o Celibidache.
Asimismo, alimentando su amor por el arte del canto, acompañó con exquisita compenetración a voces de la talla de las de Teresa Berganza, Hermann Prey, Plácido Domingo, Montserrat Caballé, Nicolai Gedda o Ferruccio Furlanetto.
«Desde entonces he tenido las mismas experiencias que mis colegas: muchos momentos de ansiedad y también las recompensas inherentes a esta profesión; dudas y emociones fruto de la inevitable tensión entre el impulso instintivo y la técnica de la interpretación; la enorme responsabilidad individual que supone aunar la pericia técnica con la expresión creativa; la monótona vida que transcurre entre maletas y salas de concierto; pero también, y por encima de todo, momentos de puro gozo cuando la comunión -esa mágica interacción entre el público y el artista, entre el director de orquesta y el solista, entre dos almas sensibles- tiene lugar.
Es una vida en la que las elecciones que uno hace reflejan el poderoso deseo de mejorar, de perfeccionar, simplificar, revisar, reaprender y decir de nuevo. ¡Estas son mis grandes motivaciones y también la fuente de mi casi infinita esperanza!«.
Alexis Weissenberg
Comenzó a componer cuando aún era un niño. Su primera composición, (al menos, la primera que se conserva) Canción de Otoño, es una pieza para piano que compuso con 9 años. La última, la Sonata en Estado de Jazz, fue escrita en 1982. Nos ha dejado numerosas composiciones, entre las que hay obras para piano solo, para dos pianos, para piano y orquesta, tanscripciones, arreglos de canciones, cadencias de conciertos y varias comedias musicales .
Fue un excelente ilustrador y fino caricato. Sus geniales collages están en su mayoría expuestos en la Sala Bulgaria del Palacio Nacional de la Cultura de Sofía. En esta página web les hemos dedicado una sección.
Su amplio legado discográfico abarca un vasto territorio que, si bien ahondando en el repertorio romántico, se extiende desde Bach y Scarlatti hasta Prokofiev, Ravel o Stravinsky.
Le gustaba mucho enseñar e impartió clases magistrales por todo el mundo. En 1993 fundó en Engelberg (Suiza) las Alexis Weissenberg’s Piano Master Classes, por donde pasaron, a lo largo de 12 años, muchos de los jóvenes pianistas de la nueva generación.
Alexis Weissenberg falleció en Lugano, Suiza, el 8 de enero de 2012.